Vamos a centrémonos en perros y gatos y veamos porqué pueden padecer estrés y principalmente por qué pueden padecer el distrés, que es el no adaptativo, el que altera la homeostasis de los sistemas orgánicos y por tanto el que es peligroso.
Cada una de nuestras mascotas pueden reaccionar de manera muy distinta a cada estresor, y estos son múltiples y diversos, pero podemos agruparlos en 3 principales:
Nosotros podemos contagiar el estrés en nuestras mascotas
Los humanos somos los referentes de nuestras mascotas. Por lo tanto, si estamos más irritados, más tensos, con más prisas y ansiedad, vamos a transmitírselo a nuestra mascota, que no entiende el cambio en nuestro comportamiento, lo que le puede generar estrés.

Necesidades NO satisfechas
Mientras que los animales salvajes se equilibran con su entorno de forma eficiente y constante y son capaces de cubrir activamente sus necesidades, los animales domésticos y más nuestras mascotas, dependen casi absolutamente de nosotros para satisfacerlas. Por tanto, si fallamos en la cobertura de las mismas, podemos generar un problema de ansiedad en ellos.
Debemos cubrir adecuadamente sus necesidades básicas tanto físicas como afectivas. Fijándonos que puede haber variaciones importantes por especie (perro o gato) y raza (sobre todo en perro). Podemos señalar:
- Alimentación adecuada. La mascota, normalmente NO puede buscar fuentes de alimentación alternativa. Si lo hiciera posiblemente serian restos de comida en la calle, todavía peor por mala que sea la alimentación que les facilitemos.
- Ciclos de micción / defecación. Sacar al perro las suficientes veces o mantener el arenero del gato en perfecto estado de higiene.
- Ritmo circadiano de Sueño / Vigilia. Hay que recordar que es normal que el perro duerma unas 13 horas cada 24. El gato ronda las 15 horas / día de sueño.
- Mantener condiciones adecuadas de temperatura y humedad.
- Aportar el ejercicio físico que cada especie o raza precise. No es igual el ejercicio que precisa un bulldog francés, que el que precisa un perro pastor o un lebrel.
- Seguridad. Típico ejemplo es el miedo a los ruidos fuertes, petardos o fuegos artificiales, donde la mascota siente miedo por perdida de un entorno seguro.
- Ser en la medida de lo posible consecuente con los instintos de cada especie o raza. Un claro ejemplo puede ser el del caniche, que ahora es considerado un perro de compañía, pero en su origen, al ser un perro de aguas, es una raza cazadora y muy raramente cubrimos este instinto permitiéndole acceder al campo y oler y rastrear.
- Afecto y contacto físico por nuestra parte.
- Permitir la curiosidad y la relación con el entorno . Por ejemplo, dejar oler al perro mientras pasea.

Educación inadecuada
Debemos educar, al menos en cosas básicas a nuestra mascota, desde el momento en que entra en el hogar familiar. De esta manera podremos minimizar la aparición del estrés asociado a estos problemas de falta de educación.
Típico ejemplo es la ansiedad por separación en perros o los gatos ariscos con desconocidos. Si desde cachorros a unos les acostumbramos a ir dejándoles solos durante poco tiempo y vamos incrementándolo poco a poco la aparición de la ansiedad por separación es rara. Si al cachorro de gato le vamos acostumbrando a la presencia de algún extraño, que le acaricia y mima, esta agresividad con extraños es muy improbable cuando llegue a adulto.
Muchos etólogos caninos y felinos comentan que los problemas de conducta (ladra o maúlla en exceso, destroza o se come cosas, es hiperactivo, …) suelen estar asociados a problemas emocionales y/o a la presencia del estrés.
Es más, recomiendan no intentar eliminar esa conducta directamente, ya que es “la vía de escape” de la mascota ante el estrés y lo único que conseguiremos en generarle más ansiedad. Lo que recomiendan es eliminar primero el estrés en nuestras mascotas, lo que casi indefectiblemente conllevara una minimización de las conductas inadecuadas, sino al 100%, si de forma muy evidente.